Qué contradictorios somos los seres humanos. El otro día escribí aquí un delicado comentario apoyado en una foto de Manowar titulado "la testosterona, ¿pa qué sirve?". Fue una entrada quizá no totalmente del gusto de los admiradores de Manowar, cierto. Y, sabiéndolo, me puse a pensar en esos incomprensibles fans, intentando alcanzar una mínima comprensión del asunto (no, en serio, yo es que me parto el pecho, ¡si parecen escapados de una peli de Tronak el Kárkaro!) pues me pongo a pensar en ello, decía, desde el más profundo respeto, y ¡Resulta que yo soy uno de sus admiradores! ¡Pero si llevo canciones de Manowar en el ipod! peor que eso. ¡Pero si es que me estremezco cuando oigo esas letras que dicen: vamos a destruir el mundo a vergazos!
No, aun siendo malo, es peor todavía que eso. Debo admitirlo con la mano en el pecho. Sí. Yo fui jevi. Como en algún momento de nuestras vidas todos lo hemos sido. Tarde o temprano, eso te alcanza.
Hay que joderse, qué traiciones se hace uno a sí mismo.
Para rememorar aquellos sorprentes años os invito a escuchar esta maravillosa versión de Europe titulada, de forma harto inspiradora, Te suprimo el asterisco (ellos lo dicen de forma más explícita, pero no queremos aparecer en según qué búsquedas), y repleta de versos tan ilustrativos como "tu amiga se puede ir marchando, te he elegido a ti". Gigatrón, se llama el grupo. Ellos sí saben de esta contradicción inherente al jevimetal.
Nótese que no aparecen jevis en escena, pero el jevi se lleva por dentro. Siempre. Como la vaca lleva al cencerro.
Estos dos, que permanecen velando el cierre de MadridRock, imperterritos y potentes, ya han sacado del armario la temporada primavera-verano del metal. Para quien pueda interesar lo digo.
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