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domingo, 29 de mayo de 2011
¡MIRAD EL PAJARITO!

martes, 3 de mayo de 2011
lunes, 14 de febrero de 2011
miércoles, 27 de octubre de 2010
domingo, 3 de octubre de 2010
miércoles, 8 de septiembre de 2010
lunes, 23 de agosto de 2010
....CHIMPON!

Pues parecía que no iba a llegar nunca y aquí lo tenemos. El final de la crisis. Así, sin mucho escándalo para que no nos animemos mucho y seguir teniendo un terrible enemigo oculto entre nosotros ante el cual nada podríamos hacer.
Las empresas se han quedado sin motivo para despedir a sus trabajadores por dos duros, la gente ya no tiene que poner excusas para ir a comprar a su Carrefour de toda la vida y los que pueden ya se vuelven a comprar sus audis y bemeuves. El gobierno dejará de inventar planes para salir de la crisis y la oposición se quedará sin motivos para acosar al gobierno. Los taxistas se calmarán, los del metro volverán a sus habituales huelgas y el futbol les salvará de pensar en estas cosas tan complicadas.
miércoles, 21 de julio de 2010
Festejos a lo Tarantino

Vamos a ser sinceros. Nos lo hemos montado muy mal. La vida occidental es insoportablemente aburrida. Tanto, que algunos seres humanos, presa de la desesperación provacada por el tedio, sienten la necesidad de que pase algo intenso. Lo que sea, pero que pase algo, y a ser posible gordo. Como ver morir a un vecino de forma violenta, por ejemplo. O incluso morirse ellos mismos.
Eso es la única explicación para que este toro de la foto, Ratón, que ya ha matado a varias personas, sea el más cotizado en las fiestas de los pueblos, en lugar de ser el más barato. Lo que es yo pagaría para que no lo suelten, pero soy un tío raro.
Es como jugar a la ruleta rusa, pero a lo español. Y cuando por fin destripa a un tío, pues ya tienes algo de que hablar en los próximos meses. Primero, la fiesta, luego, el funeral, después, la misa de difuntos... el caso es llenar la agenda.
Consejo: si tienes una disputa de lindes, o te has ligao a alguna moza del pueblo sin haber nacido en él, más vale que no saltes a la plaza, no sea que alguna mano anónima le facilite el trabajo al toro. Con lo que cobra el toro, por lo menos que se lo curre.
Consejo 2: si vas a la fiesta de un pueblo, eres extranjero, no conoces a nadie del lugar, y no hay toros sueltos, más vale que huyas cuanto antes. Hay una cosa que se llama quintos, que aunque ya no van a la mili, se emborrachan igual, y lo mismo descabezan pollos a patadas que sacrifican ingleses a algún mito de Cutlu. Sin mala intención, todo hay que decirlo, pero es que a partir del décimo pelotazo no distinguen el bien del mal. Y si lo hacen un año, ya es tradición, y se instituye en el pueblo el sacrificio humano para los restos.
Consejo 3: si vas a las fiestas de un pueblo, recuerda que en fiestas toda forma de ley y autoridad queda en suspenso, y como te adentres mucho en la verbena no te saca de ahí ni la benemérica. Cientos de inconscientes se han adentrado en esa trampa detrás de una minifalda y han desaparecido para siempre.
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lunes, 5 de julio de 2010
Un día triste en mi vida: cuando a mi padre no se lo llevó la benemérita

Eran otros tiempos. Te dejaban entrar a los toros a cualquier edad, y ahí estaba yo, como en una masacre de Tarantino, pero en plan hiperreal, medio mareado ante la profusión de sangre que salía a chorros de la boca del animalito, cuando allá por el cuarto toro un amigo de mi padre (no recuerdo si el Galopo, el Tripas o el Lengua gorda) le arrebató a mi padre el hueso de jamón que sostenía entre los brazos cual bebé y lo arrojó al ruedo.
Bien es verdad que en mi casa éramos muy amantes del jamón, pero en plan abstracto, porque del jamón sólo conocíamos la existencia del hueso. Pero no lo amábamos tanto como para tirarnos a la plaza tras él. No obstante, como mi padre es así, lo que es a mí no me extrañó nada cuando lo vi saltar tras el hueso entre maldiciones y aspavientos.
Total, que mi padre, o bien en un inusitado arrebato de valor, o más probable, porque iba chuzao perdido, como siempre, se lanzó al ruedo trás del hueso. Me ilusioné momentáneamente pensando que lo mismo lo pillaba el morlaco, pero por desgracia al morlaco ya se lo habían cargado y lo arrastraban las mulas. No obstante, contemplé con renovadas esperanzas que se iba a por él la benemérita. Y estaba yo en plena euforia, pensando que le darían una buena paliza en el cuartelillo y luego lo encarcelarían durante qué sé yo, dos días, o con suerte dos semanas, o incluso puede que dos años, o qué digo dos años, no, mejor, ¡veinte años! y daba yo palmadas, viéndonos libres de él por este inesperado golpe de fortuna, que me venían ya a la cabeza imágenes de feliz convivencia familiar; estaba yo en este paroxismo de alegría, decía, mientras lo arrastraban en volandas entre dos tricornios, que no tocaba el suelo, cuando mi hermana pequeña, ignorante ella, saltó al ruedo de improviso y antes de que pudiera detenerla se abrazó a sus rodillas, llorando desconsolada y rogando que lo soltaran. Es que como era muy pequeña, le conocía poco. Si le pasa hoy, pone ella la denuncia.
Enternecidos ante sus lágrimas, los beneméritos, haciendo gala de escasa profesionalidad, lo liberaron.
Ese fue uno de los momentos más tristes de mi vida.
Esa misma tarde me envió mi madre a buscarlo por los bares, como siempre. Y mientras abría una tras otra las puertas de esas bodegas, me preguntaba: ¿y entonces para qué sirve la policía?
Desde entonces no creo en la justicia humana. Y a la divina le estoy dando tiempo, pero hoy por hoy tengo serias dudas.
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viernes, 11 de junio de 2010
Preferiría no hacerlo

Vale, culpa mía. Cuando me dijeron que mis padres me querían para el campo yo entendí (cándido que soy) que la cosa iba de respirar aire puro y jugar al golf. Pero si me llegan a avisar de que el asunto iba de padecer estos trajines y estas retenciones de irpf, no vengo yo a encarnarme ni muerto. Que la vida es muy bonita, sí, pero para algunos más que para otros. La próxima vez o me reencarno en protagonista de perras ricas o a mí no me llaméis. Venga, en serio, trabajar no está agradecío, pero es que tampoco está pagao. Denme ya el puesto de Carmen Lomana, que hace dos meses presenté el currículum y todavía no me han llamado.
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