Aquellas tardes, acabado ya el bocadillo de nocilla y sin un plan para cargarnos el fuerte de los click de famobil, de repente alguien cogía esa maldita caja, en la que una familia estandar de principios de los 70, parecía disfrutar sin fin con un plástico de colores.
Varias contorsiones, un par de pedos lanzados estratégicamente y un escape de pis después, devolvíamos el plástico de colores a su caja.
La verdad es que no fué tan mal invento...
No hay comentarios:
Publicar un comentario