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jueves, 27 de enero de 2011

Robándole las migas de pan a las palomas



Pues ya está. Apañada la crisis. Ahora sólo van a tener pensión de jubilación los funcionarios, que son los únicos que pueden cotizar 38 años. Tras estas estratégicas decisiones, ya nos podemos sentar a esperar que se nos dispare el pib y nos levante la tapa de los sesos.

Bien es verdad que un pequeño sector del funcionariado destaca más por sus cotizaciones que por su laboriosidad, como se ha visto en ciertos juzgados, donde han instalado lectores de huellas dactilares para asegurarse de que van a trabajar todos, y no llega el primero y ficha por él y por todos sus compañeros, como en el escondite.

Este futurista dispositivo nos habrá costado un pastón, cierto, pero ha logrado reducir el absentismo a cero. Ahora los funcionarios no faltan ni un día. Van con su coche, aparcan en doble fila, pasan el dedo por el lector, y se vuelven para casa.
Esta práctica parece ser generalizada, pero no hay que generalizar.

La siguiente pregunta que me asalta es, si en esos juzgados no trabaja nadie y nadie se entera, exactamente, ¿para qué sirve el edificio? ¿esa inmensa mole de ladrillo era sólo una excusa para generar comisiones? y, ¿es por ello que hay tanta distancia entre ley y justicia, o incluso tanto tiempo entre la denuncia y el juicio?
No sé, pero sospecho.

A ratos me planteo presentarme a una oposición, pero para aprobarla me tendría que afiliar a uno de los dos partidos mayoritarios, y me da escrúpulos.

Si a los cincuenta ya me veo robando bolsos para pagar el cocido, a los sesenta y siete me veo robándole las migas de pan a las palomas y bebiéndome el agua de los charcos. Voy a ver si en CCC tienen algún curso de carterista.

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