Les presento a mis tatarabuelos. Eran góticos. De su época, pero góticos al fin y al cabo. Sensibles y con tendencias autodestructivas, les gustaba ir a la zarzuela y beber anís (que solo aquel que se haya pillado un pedo de anís, sabe lo autodestructivo que puede llegar a ser). Solo para esos momentos de decaimiento extremo dejaban el vino mariani o la simple cocaína que vendían en las farmacias y colmados del reino. Tirar piedras a la carroza de los reyes, batirse en duelo por una mala mirada o hacer espiritismo hasta que salgan los demonios por las ventanas, pues las cosas de los muchachos, que ahora gustamos de sacar en Antena 3 para que se horroricen las abuelas. O las tatarabuelas.
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