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martes, 1 de junio de 2010

Tolerancia zero



Los políticos deberían dejar en paz las palabras, porque no saben usarlas, y al final las rompen. Les gustan mucho los eufemismos, y acaban llamando a la polla highlander. El día que llegue el apocalipsis dirán que vienen tiempos diferentes, y cuando llegue la plaga de zombies hablarán de modo de muerte alternativo.

El caso es que nos repitieron la palabra tolerancia más veces que la canción del verano. En principio la cosa iba de librarse de prejuicios, y pintaba tan bien que llegué a creer que por fin iban a construir viviendas de protección oficial en La Moraleja. Pero no. Se ve cuando hablaban de tolerancia hablaban de santa paciencia, y sólo se referían a los pobres.

Pues tras machacarte con el mensaje de la tolerancia doscientas veces, de repente salen con lo de tolerancia zero, que ya no sabes a qué atenerte. Viene a consistir, según he entendido, en que si ves que un macho cabrío está agrediendo a su mujer te interpongas con el objetivo de lograr que el agresor te agreda a ti en vez de a ella. Tú acabas en el hospital (si no te mata, porque si está machacando a la mujer a la que dice amar, qué no hará contigo, que ni siquiera te conoce), pero él desfoga toda esa energía negativa. Que dices tú, lo mismo sería preferible llamar a la policía, que entre los tres podremos mejor.

Claro, si pudieran hacer algo. Como la ley no les deja, en lugar de hacerla más severa han pensado que mejor te llevas tú los palos. De ese modo sacan una víctima de las estadísticas de violencia de género y la pueden poner en, por ejemplo, suicidio asistido, que esa lista no la airean los telediarios. Que al final es así como se gobierna, a golpe de estadística.


Que pensado en frío, te dices, no sé si me compensa dejar huérfanos a mis hijos y viuda a mi mujer, por no hablar de perder la vida, que no es que le tenga especial cariño, pero es mía. Pero, amigo, en cuanto te imaginas el momento en que te colocan una medalla sobre el ataúd y te entierran con orquesta, eso lo compensa todo.

Así que tolerancia para los agresores, pobrecitos, tampoco vas a meterle en la cárcel por un repente, y tolerancia zero para los transeúntes, que total, uno menos, y así bajan las listas del paro.


En cuanto al otro zero, el de la coca cola, pues viene a ser lo mismo. No contiene azúcar, parece, pero a cambio contiene cosas absolutamente inescrutables. Eso sí, el sabor es auténtico.
Misión planetaria reciclable, pone en un bonito logo. Pues no sé qué vais a reclicar, si los fenilcetonúricos o la fenilalanina, pero casi mejor dejadlo como está, que esas materias sólo pueden ir a más complicado.






3 comentarios:

  1. Este por lo menos viene en español, que si se te ocurre leer de que está compuesta la pasta de dientes se te quitan las ganas de tenerlos blancos.

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  2. A mí me gusta más la palabra INTOLERANCIA, que suena mejor, más violenta, más llena de justo encono y, además, viene en el diccionario y significa... ¡uychs!, lo mismito que tolerancia cero.
    Pasta de dientes, desodorante... ¡¡¡La vida sin química no es vida!!!

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  3. ¡Viva la química y la astrofísica!!

    Y lo digo hoy, que se me está saliendo Nueva Orleans por el culo.

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