Algo raro está pasando. Por más años que cumplo, siempre soy joven, y no soy Dorian Grey. Me ofrecieron serlo, pero en casa no dispongo de una habitación decorada a lo neogótico destinada exclusivamente a contener un cuadro de Picasso.
El caso es que cuando tenía 24, eras joven hasta los 26, cuando cumplí 26, eras joven hasta los 30, cuando cumplí 30 resulta que se consideraba joven hasta los 35, y cuando he llegado a los 38, que es el límite donde ya no sabes si quieres cumplir años o dejarlos de cumplir, descubro que sigo siendo un joven artista. Y lo de artista está al alcance de cualquiera, incluso de la Pantoja, según ella, pero, amigo, ser joven está al alcance de muy pocos.
Al principio tanta juventud me halagaba, y trataba de vivir en consonancia. Pero me daba unas hostias con el monopatín que ni el jackass, en las discotecas sentía que todos a mi alrededor se habían escapado de una guardería, y las resacas las pasaba en la UVI (una vez que mezclé licor 43 con piña hasta tuvieron que usar el desfribilador).
Así que he llegado a la conclusión de que es una artimaña del estado para poder seguir ofreciendo mis carnes magras a precio becario.
Sospecho que piensan ampliar la juventud hasta los ochenta años, para evitar pagar la jubilación. Apretarse los machos.
Es usted el Mickey Rooney de este blog, jovencito...
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